La prensa sensacionalista es un tipo de periodismo que no obedece ninguna de las reglas éticas o comportamientos de teorías que definen la responsabilidad social en la redacción de reportajes periodísticos. Desde hace ya bastantes años, muchos de los profesionales de la comunicación abusan del poder que el derecho a la libertad de prensa les brinda.
El sensacionalismo en los medios constituye un problema social patente en la actualidad. El público recibe imágenes impactantes a diario desde informativos y prensa escrita, entre otros, que hacen de desgracias ajenas un espectáculo con el fin de vender más y generar ingresos. Este sensacionalismo es una herramienta en manos de periodistas sin escrúpulos mediante la cual se muestran imágenes intentando llegar a las emociones de los espectadores sin tener en cuenta las sensibilidades de los protagonistas de las noticias o el acoso al que son sometidos.
Todo empezó en programas de menos contenido informativo, tales como la prensa del corazón, pero esta actividad se está desarrollando en informativos y magazines. No solo es en la televisión, sino que en la prensasupuestamente seria también se desarrolla con asiduidad. Y todo esto llega a los más jóvenes: el receptor más sensible de este problema ya no tiene conciencia del concepto de intimidad en gran parte por el desarrollo del sensacionalismo en la televisión. Esto como consecuencia ha llevado a toda una generación a exponer su vida en las redes sociales sin ningún reparo ni tipo de pudor.
La información que se distribuye a través de internet y, en concreto, el periodismo ciudadano, tan criticado por los medios por su frecuente falta de rigor es muchas veces más seria que la de muchos medios. Trágicamente la frontera entre la prensa basura y la prensa seria aparece desdibujada en la actualidad. Es una obligación de los medios informar sobre asuntos importantes o relevantes. No deberían ser cómplices en la destrucción de la reputación de un individuo y el acoso a su familia, por tener un retraso en el alquiler de cuatro meses y estar pasando por el amargo trago de un desahucio.
El mal gusto, los excesos y la violación de la intimidad, son definición de esta prensa
inmunda y las imágenes del príncipe de Libia, su mujer y su hijo acosados por las calles de Madrid son el último ejemplo de cómo la prensa esta infectada por el virus del sensacionalismo.Han utilizado clickbaits (para los no iniciados en este lenguaje, titulares tendenciosos cuyo contenido no se corresponde con la noticia o que distorsionan su contenido, con la finalidad de conseguir tráfico a los medios digitales o ventas a los medios impresos). Una noticia manipulada, exagerada, llena de falsedades e inexactitudes que ha ocupado los espacios de los programas de la televisión y que hasta los directores de periódicos de primer nivel han permitido sea reproducida en sus páginas sin ningún rubor.
La noticia real es que trágicamente en España en el primer trimestre de 2023 según la cadena SER, ha habido 4.076 desahucios y un 40% más en apenas tres meses no que un príncipe va a ser desahuciado. Eso no es una noticia. Es la crónica de una desgracia personal por la que deberíamos sentir empatía. Todos los que están lanzando las piedras de este linchamiento publico podrían muy bien encontrarse mañana en la triste y dura situación en la que más de 4000 familias incluida la del príncipe de Libia se encuentran.
A estos seudo-periodistas no les interesa nada la verdad (la información, la noticia) solo van detrás del personaje público, cualquiera que sea o a quien se considere sin más como tal, con el único objetivo de conseguir una rentabilidad económica a cualquier precio incluido todo tipo de prácticas intrusivas. Si fueran serios, y les interesa tanto el personaje del príncipe se molestarían en averiguar que la constitución de la monarquía libia derogada por el dictador Gadafi fue una de las más progresistas de esos tiempos, que las consecuencias del golpe de estado fueron dramáticas para muchos de los miembros de la familia real: encarcelamientos, persecuciones, torturas, desposesión, inseguridad, precariedad, miedo y el largo etcétera de perderlo todo y tener que reinventarse en el exilio. Pero en su lugar practican esta forma voraz de periodismo que acosa, persigue y pone en jaque a los personajes, con semi verdades, medias verdades o mentiras bien pensadas.
Al ciudadano anónimo quizá le cueste imaginar el agobio, la angustia o la opresión que se derivan del acoso constante de los reporteros, pero no estaría mal como receptor de la noticia que intentara ponerse en el lugar del protagonista de esta, aunque fuera por unos segundos e imaginar cómo se sentirían. Mal seguro.
Vanitas se ha puesto en contacto con el príncipe que esta consternado por cómo está situación tan dura está afectando a su familia. A pesar de comprender que la propietaria de la vivienda este enfadada por el retraso en el pago del alquiler, no puede entender lo que la ha motivado a hacer tanto daño innecesario conociendo que la intención es pagar la deuda pendiente lo antes posible.
Vanitas ha constatado la presión que los medios de comunicación siguen ejerciendo en la puerta de la vivienda de la que ha sido desahuciado el príncipe para regocijarse en la desgracia ajena y en la indignidad de ver a una familia tener que abandonar el hogar. Esto debería hacernos reflexionar sobre los límites de nuestra profesión.
Los medios debemos auto responsabilizarnos y los periodistas profesionalizarse, para difundir las informaciones relevantes en la vida política y social. El poder de los medios implica la obligación de ser socialmente responsables. La información divulgada debe ostentar credibilidad y utilidad para la población y para ello los periodistas debemos cubrir noticias de manera honesta y libre de prejuicios. Las noticias deben ser presentadas con claridad y balance para así evitar la distorsión del contenido. Practicar un periodismo ético permite cumplir eficazmente con nuestra responsabilidad social y propiciar información noticiosa de calidad.
Por Carlos Mundy