La monarquía como solución a graves conflictos políticos – El General Franco que de tonto no tenia un pelo, sabia que la única salida pacifica y que evitaría un nuevo enfrentamiento entre españoles era la restauración de la monarquía. Y así fue, la monarquía se instauro en la figura de D. Juan Carlos de Borbón y quedo restaurada tras la abdicación de su padre, Don Juan de Borbón, el 14 de Mayode 1977.
Camboya siguió el ejemplo español y tras la caída del régimen comunista, restauro al Rey Norodom Sihamoni en el trono. Bulgaria y Rumania invitaron a sus reyes a regresar después de la caída del telón de acero, pero aunque tanto el rey Simeón de Bulgaria como el difunto rey Miguel de Rumania han jugado un papel vital en ayudar a sus países en su transición a la democracia, la institución aún no se ha restaurado a pesar de un número creciente de la población que cree que la monarquía podría ser el mejor remedio contra la corrupción desenfrenada.
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La monarquía como solución a graves conflictos políticos
La realidad es que en países que tenían una tradición monárquica o países con poblaciones divididas a lo largo de líneas tribales, la corona es la única solución viable para prevenir la guerra salvaje de la población tribal.
Es el caso de Afganistán, el Rey Zahir Shah reino durante cuarenta años trayendo a su país (una sociedad tribal) un periodo de sorprendente estabilidad política y social, pero fue depuesto en 1973 después de 40 años en el trono. Tras la caída de la monarquía, Afganistán fue víctima de un golpe marxista, la invasión de la Unión Soviética, la guerra civil y, finalmente, el desastre de los talibanes. A raíz de los ataques del 11 de septiembre de 2001, la aparente derrota de los talibanes por parte de las fuerzas estadounidenses y sus aliados y la formación de un gobierno afgano interino, el rey fue visto como el único afgano capaz de presidir el regreso de su país a una democracia representativa pues era el único respetado por todos los lideres tribales.
Lamentablemente los Estados Unidos no apoyaron la restauración monárquica así que se hizo a un lado para permitir que Hamid Karzai dejara de ser presidente de la administración de transición a presidente interino, y recibió el título de «padre de la nación». La nueva constitución de 2004 abolió la monarquía, y Karzai ganó las elecciones presidenciales de ese año. Desde entonces, Afganistán vive en una perpetua situación de caos y de inestabilidad política.
Las hostilidades en Afganistán nunca pueden resolverse sin un ajuste total de cuentas con la cultura tribal y la dinámica étnica del país. Fuerzas internas feroces y rivales exacerban los conflictos en una región que ha sido invadida por invasores extranjeros durante siglos. Ni una tormenta de bombas ni la paz con los talibanes sacarán al país de su violento atolladero. Las facciones dispares debilitan continuamente al gobierno central, y eso no parece cambiar incluso si los talibanes tienen un asiento en la mesa. La única solución para Afganistán es
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La monarquía como solución a graves conflictos políticos
el restablecimiento de una monarquía constitucional que unificaría Afganistán al unir las divisiones a través de líneas étnicas, religiosas y tribales, lo que a su vez ayudaría a calmar la espiral actual de violencia. Funcionó durante 40 años bajo el rey Zahir, tribus y provincias dispares abrazaron su gobierno justo y gentil. ¡Funcionaría de nuevo!
Libia es otro país que esta sufriendo una cruenta guerra civil desde la caída del régimen del general Gaddafi en 2011. Basta mirar las recientes elecciones parlamentarias para comprender cuán sombría se ha vuelto la situación. Con una participación electoral de alrededor del 18,5 por ciento, solo el 44 por ciento de los libios elegibles registrados para votar, existe poca esperanza de que alguno de los nuevos «representantes» del país pueda ganar mucha legitimidad. La culpa radica principalmente en el fracaso de los Estados Unidos, junto con sus aliados, en comprender la historia, las creencias y la idiosincrasia de Libia.
Después de no poder establecer una democracia de estilo occidental en Irak, es justo sugerir que Estados Unidos podría haber pensado dos veces antes de aplicar una receta similar en otros lugares de Medio Oriente. Iraq no estaría en la situación de caos en la que se encuentra si se hubiera restaurado la monarquía hachemita.
La pregunta ahora es cómo unir a los libios, en toda su diversidad, bajo una bandera común para que el país pueda comenzar a avanzar hacia una sociedad estable bajo el imperio de la ley. La única solución viable hasta ahora parece ser una propuesta de monarquía constitucional propuesta por el que fue Ministro de Asuntos Exteriores, Mohamed Abdel Aziz. La idea de establecer una monarquía con la dinastía Al-Senussi, dijo, sería un «paraguas político», que serviría como un «símbolo de unión para la nación».
En Etiopia que ha sufrido años de desestabilidad desde el derrocamiento del Emperador Haile Selassie en 1973, finalmente tiene un primer ministro con altas cotas de popularidad: Abiy Ahmed Ali que ha sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz. El actual primer ministro ha reconocido la necesidad de reconectar con el glorioso pasado imperial y ha comenzado la restauración de los palacios imperiales y a no olvidar el pasado del país manteniendo una relación cordial con diferentes miembros de la dinastía.
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La monarquía como solución a graves conflictos políticos
Gracias a la extraordinaria labor del Consejo de la Corona presidido desde Washington por S.A.I el príncipe Ermias Saleh Selassie desde Washington y la labor humanitaria que realiza dentro del país, existe una corriente cada vez mas potente que aboga por la restauración de una monarquía constitucional similar a la británica donde el Primer Ministro mantendría todo el poder legislativo.
No cabe duda de que la restauración de la dinastía mas antigua del mundo con mas de 4 milenios de historia, solo traería beneficios para esta gran nación cristiana. En el siglo XXI, la institución monárquica, mas que nunca, puede ser la única solución efectiva para solucionar conflictos armados consecuencia de los avatares de la política dado que la Corona se sitúa por encima de estos avatares y actúa como nexo de unión entre todas las diferentes corrientes políticas.
Políticamente sería complicado para Estados Unidos respaldar un sistema político no basado en el concepto idealizado de democracia de Washington, pero es difícil negar que la idea tiene sus méritos. Tal vez sea hora de que los Estados Unidos reconozcan la realidad y den una oportunidad a la monarquía constitucional.
Por: Carlos Mundy
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