Qatar está organizando la que probablemente será la mejor Copa del Mundo hasta la fecha, pero, lamentablemente, con polémica de última hora. Tras una inversión de más de 200.000 millones de dólares§ y la construcción de 11 grandes estadios y otras infraestructuras, la tan esperada ceremonia de inauguración tuvo lugar el 19 de noviembre con cancelaciones de última hora, muy publicitadas, de estrellas como Shakira y Rod Stewart. El motivo de estas cancelaciones se debe al historial de derechos humanos del país, explícitamente en lo que respecta a los derechos del colectivo LGTB y de las mujeres.
Ha acogido cientos de eventos deportivos internacionales y regionales desde que se le concedió la Copa del Mundo en 2010. Nunca ha habido ningún problema, y todos los eventos se han celebrado con seguridad. Pero los presentadores de las noticias de todo el mundo y la prensa atacan a diario a Qatar, enturbiando lo que está siendo un Mundial excepcionalmente bien gestionado. No se me escapa la hipocresía del primer mundo en este ataque a Qatar. El Estado de Qatar no es un Estado paria. Ha invertido miles de millones en Occidente, y Occidente le ha vendido miles de millones de US§ en armas.
EL estado de Qatar no es una democracia al estilo occidental, pero tampoco lo son Rusia ni China. Rusia organizó el Mundial de Fútbol de 2018 y fue y es muy represiva contra los derechos LGTB. China organizó los Juegos Olímpicos de Verano en 2008 y los de invierno en 2022. Es responsable del genocidio contra los tibetanos, con más de 1,2 millones de muertos desde la invasión de su país. Tiene hasta 2 millones de uigures musulmanes en la región occidental de Xinjiang detenidos en enormes instalaciones de reeducación. Así pues, parece que estas lecciones de moral se dan cuando la moral no cuesta.
Más de 160 grupos de derechos humanos de todo el mundo firmaron una carta en la que pedían al Comité Olímpico Internacional (COI) que revocara su decisión de celebrar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 en Pekín, citando las denuncias de abusos generalizados por parte del gobierno chino. Sin embargo, sus peticiones cayeron en saco roto, y el mundo occidental miró hacia otro lado, y no se mencionó nada en la prensa sobre la situación de los derechos humanos en China. ¿Por qué el COI no respetó los principios fundamentales de la Carta Olímpica sobre la «dignidad humana»?
Es un hecho que hubo accidentes entre la mano de obra que construyó las infraestructuras en Qatar. De hecho, en China ocurrió lo mismo con una gran diferencia: es que China no cambio nada para los trabajadores. Gracias a la Copa del Mundo, la legislación laboral ha mejorado exponencialmente en Qatar. El Comité Supremo para la Entrega y el Legado (SC) de Qatar dijo que la salud, la seguridad y la dignidad de «todos los trabajadores empleados en nuestros proyectos se ha mantenido firme», con «mejoras significativas» en torno a los derechos de los trabajadores.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, también declaró a Amanda Davies, de CNN Sport, que ha visto una «gran evolución» en las reformas laborales de Qatar. La Organización Internacional del Trabajo ha tomado nota de reformas como un salario mínimo no discriminatorio que Qatar es el primero de la región en adoptar.
La comunidad LGBT no tiene derechos en 71 países, y uno de ellos es el Estado de Qatar. Es importante recordar que desde 1918 hasta 1968, el país fue un protectorado británico. Hasta el 27 de julio de 1967 no se despenalizó la homosexualidad en el Reino Unido en el marco de la Ley de Delitos Sexuales, y hasta 2004 la comunidad LGTB no obtuvo una verdadera igualdad en las relaciones. En España hasta el 26 de diciembre de 1978 se modificó la Ley de Peligrosidad Social, donde estaba recogida la homosexualidad como delito penal. Por lo tanto, es hipócrita juzgar a Qatar desde la perspectiva actual de la igualdad de género, cuando el camino hacia la igualdad en el mundo occidental llevó muchas décadas de dura lucha.
Qatar y sus vecinos árabes tienen derecho a su propia ideología. Qatar tiene su propia narrativa, su propia historia y el derecho a avanzar hacia la igualdad en estas cuestiones a su propio ritmo. Las muestras públicas de afecto, independientemente de la orientación, están mal vistas, por lo que pedir respeto a su cultura no debería convertirse en noticia.
Se espera que alrededor de 1,5 millones de aficionados al fútbol -aproximadamente 100.000 estadounidenses- de todo el mundo converjan en Doha, la capital de Qatar, para asistir al torneo. Los grupos que están detrás del movimiento «Boicot a Qatar» deberían dejar de politizar la Copa del Mundo. Toda esta controversia tiene que ver más con quién controla la narrativa que con derechos.
El tiempo dirá cuál será el legado de este Mundial, pero lo que es seguro es que, hasta la final del 18 de diciembre, veremos el mejor fútbol del mundo y Qatar puede estar orgulloso de una organización excepcional.
Por Carlos Mundy
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