Situada en la región de Emilia Romaña, en la antigua Via Emilia, entre la llanura padana y las estribaciones de los Apeninos, Parma es una ciudad rica y reconocida en Italia como una de las urbes con mayor calidad de vida. Siempre ofrece a sus visitantes una atmósfera acogedora y elegante con sus bellas calles llenas de casas en tonos cálidos. Al ser un cuidad pequeña, resulta de lo más agradable pasear por las tranquilas callejuelas del centro histórico, mientras se escucha solamente el rumor de las bicicletas dejándonos con la sensación de estar en otro tiempo, más seguro, más tranquilo, más sabroso.
Parma está unida desde hace siglos al arte y a la cultura y en ella nacieron artistas de renombre como los compositores Giuseppe Verdi o Niccolò Paganini, el director de orquesta Arturo Toscanini, el pintor Correggio y el director de cine Bernardo Bertolucci. Es también mundialmente conocida gracias al queso parmesano del que Boccaccio ya hablaba en su libro “Decamerón” en el siglo XIV o el prosciutto de Parma, celebre en todo el mundo.
El período más importante de la ciudad comienza en el siglo XVI cuando en 1545 el papa Pablo III funda la dinastía y consigna la ciudad a Pier Luigi Farnese.La familia Farnese gobernó la ciudad hasta 1731 cambiando radicalmente su rostro con algunas de sus construcciones más importantes tal como el Palazzo Ducale y el Palazzo Pilotta.
En el corazón de Parma se encuentra la Piazza del Duomo con la Catedral de Santa María Assunta, que junto con el Baptistero son los dos edificios más emblemáticos. La catedral, conocida como el Duomo, es una obra maestra de la arquitectura románica, cuya belleza destaca por el contexto urbano en el que se inserta. Está flanqueada por un elegante campanario y su sobria fachada tiene tres plantas y tres portales, y está precedida de un hermoso pórtico lombardo apoyado sobre leones y coronado por una logia. La sobriedad del exterior contrasta con su riqueza interior. La obra de arte más famosa de la Catedral es la Asunción de Correggio en la cúpula central. Pintado en 1534, se trata de un fresco de la Virgen María ascendiendo a través de un mar de piernas, rostros y un remolino de ropajes.
El Baptisterio es la pequeña gran joya de la ciudad, un monumento arquitectónico sorprendentemente diferente de otros edificios presentes. Es un edificio octogonal recubierto de un mármol de delicado color rosa de Verona, que combina milagrosamente características de estilos gótico y románico. Su planta octogonal es habitual en los baptisterios al ser un símbolo de eternidad. Su interior esta formado por una única sala en toda la altura, constituida por 16 arcadas que componen los nichos, cada uno ellos con una escena pintada. Todos son frescos y pinturas que datan de los siglos XIII y XIV.
Las 16 caras de la configuración interna, que duplican el octógono externo, evocan el círculo de los doce apóstoles combinados con los cuatro puntos cardinales, los cuatro evangelistas y las cuatro estaciones. El resultado es un edificio profundamente fascinante y uno de los monumentos medievales más homogéneos del norte de Italia.
No muy lejos de la plaza hay otro interesante monumento religioso: el Monasterio de San Juan el Teólogo. El monasterio fue fundado en el siglo X en el sitio del antiguo oratorio. Hoy, en el territorio de la abadía se puede ver una iglesia histórica, así como una antigua farmacia donde los monjes solían vender hierbas medicinales cultivadas en el jardín del monasterio.
«El verdadero viaje de descubrimiento no es buscar nuevas tierras, sino mirarlas con nuevos ojos». Voltaire
Otra construcción considerable situada en el centro de la ciudad es el Palazzo della Pilotta. Su nombre deriva de juego de pelota con el que se distraían los soldados españoles destacados en Parma. Fue construido bajo el impulso de los Farnese entre 1583 y 1622, y actualmente alberga el museo arqueológico, la galería nacional, la biblioteca palatina y el teatro Farnese.
Las salas de la Galería Nacional contienen lienzos de artistas de las escuelas emiliana, toscana y veneciana de los ss. XIV a XVIII como El Greco, Bedoli, Lanfranco, Carracci. Destacan la obra del Parmigianino, un asombroso retrato de mujer “La esclava turca”, y la de Correggio, una de sus obras maestras, “La Virgen de la escudilla”.
Una de las citas más singulares es visitar el Teatro Farnese, que se considera la referencia más primitiva del modelo arquitectónico y escenográfico italiano o del teatro a la italiana.
El teatro fue construido para Cosimo II de Medici, quién debía pararse en Parma antes de llegar a Milán para visitar la tumba de San Carlo Borromeo. Fue el duque Ranuccio I Farnese, quien con ocasion de su visita decidió construir un teatro y ofrecerle un espectáculo especial, razón por la cual, se emplearon materiales rápidos y ligeroien como la madera
TASTY PARMA
En 1619 fue edificado por Aleotti que se inspiró en el teatro Olímpico de Vicenza y fue finalmente inaugurado con motivo del matrimonio de Margarita de Médicis con Eduardo Farnesio.
Su construcción es un magnífico acierto: la majestad del estilo renacentista se funde con la fantasía del barroco incipiente. Un ingenioso sistema de tramoya instalado por debajo del escenario hizo posible las primeras escenas móviles de la historia del teatro.
Después de ver el Teatro Farnese, cualquier teatro sabe a poco, pero la visita al Teatro Regio, uno de los más grandes y con más tradición en Italia, también merece la pena. Este teatro de principios del siglo XIX mandado edificar por María Luisa de Austria, segunda mujer de Napoleón I Bonaparte es el prototipo de teatro neoclásico. Uno de esos lugares que quieren, y consiguen sobrecoger.
Cualquier visita a Parma debe tener en cuenta que la comida no puede ser un trámite porque Parma es un lugar donde se rinde culto al cerdo, a los productos lácteos y a la pasta fresca.
