La tiranía de querer ser Dios, Por Fernando Seco Vicepresidente Ejecutivo de Asociación de Empresarios del Sur de España
Hay momentos estelares de la historia de la humanidad en la que el hombre ha querido superarse tanto y estaba tan pagado de sí mismo, se ha sentido tan ufano por sus conquistas y poder, que se ha creído Dios. En este punto es cuando la caga del todo. Cuando mete la pata hasta el corvejón. Hierra como solo lo puede hacer una persona inteligente y capaz: estrepitosamente.
La tiranía de querer ser Dios
Cuando cito a Dios, quiero decir igualmente Alá o Yahvé, el único ser omnipotente y eterno, creador del cielo y de la tierra, y del hombre/mujer y todo ser vivo. Otra cosa es como creen los musulmanes, judíos y cristianos que es el único y mismo Dios. Hay quien cree en Dios, pero no lo sabe. Y hay quienes no creen en Dios, porque no quieren. Y lo siento mucho. Sinceramente. Se están perdiendo darle sentido pleno a su vida.
Porque capacidad e inteligencia tienen para llegar a esta conclusión. Quizá es que quieren sustituir a ese Dios a quien no quieren reconocer. O les da miedo. O quieren sentirse “libres” de hacer lo que les plazca sin límite alguno. Y por aquí empieza el declive, la decadencia de lo que significa ser una persona. Un ser humano racional con capacidad de amar y ser amado….

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Ahora que media humanidad está confinada literalmente en sus casas por el Covid 19, se me vienen a la cabeza estas y otras consideraciones. ¡Qué le voy a hacer! Y pienso, por ejemplo, que, si la investigación sanitaria y farmacéutica mundial hubiera centrado más sus esfuerzos en resolver y prevenir enfermedades, en lugar de, por ejemplo, fabricar el viagra masculino y femenino para satisfacer artificialmente el placer sexual de sexagenarios u octogenarios que quieren ser veinteañeros, otro gallo nos cantaría. Porque quizá, estos, satisfarán sus deseos, pero igual ni se acuerdan de ello, porque les fallan las facultades mentales. Vale, quizá he estirado demasiado el ejemplo, pero ya me entienden.
La tiranía de querer ser Dios
Pienso también, en este retiro forzado, en aquellos que ambicionan, ansían y buscan el poder hasta encontrarlo, poseerlo y ejecutarlo. No hay mayor tirano que quien sigue este itinerario. Cuando un cargo, público o privado, ya sea político, empresarial, sindical o institucional, ha llegado a ese puesto sin méritos anteriores y muestra que no ejerce para servir a los demás y se encumbra en ese cargo, huya de ahí lo antes posible o haga que destituyan a esa persona. Porque estará ahí para aumentar su ego, reafirmarse en sus poderes y, en fin, utilizar como siervos a todos a quienes debería servir.
Esto es lo que le pasa a Pedro Sánchez, a Pablo Iglesias, otros ministros del actual gabinete, y, posiblemente, algún que otro líder de partido político. Se creen dioses, omnipotentes, omniscientes, omnicomprensivos. ¡Y, que va! Son tiranos ignorantes. El peor de los males que le puede ocurrir a una sociedad con resultado fatal.
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De personas así han venido todos esos “tropiezos” de la historia de la humanidad: las guerras, las revoluciones sangrientas, la esclavitud, los genocidios, los cracs económicos… ¿Cómo distinguir a estos piezas? Sencillo. Mienten. No hacen lo que predican. No rectifican. No escuchan ni piden consejo. Cambian su forma de ser y de vida cuando acarician el poder. No son coherentes. Se mantienen en su lugar a costa del mal ajeno. En fin, se sirven de los demás para auparse en el poder hasta que no haya más remedio que echarlos con agua hirviendo. Ustedes dirán en qué fase del itinerario tiránico nos econtramos.

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