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Política

El Gobierno Tibetano en el exilio (CTA)

Por: Ramón Buxadera / Documentación: Chucho Gracia

Organismos defensores de derechos humanos como un informe de Freedom House sitúan al Tíbet como el «territorio menos libre» entre 195 países examinados, sólo por delante de Siria. Las minorías étnicas y religiosas son objeto de una persecución brutal en China.

La detención masiva de un millón de miembros de la minoría étnica Uighur para impartirles un adoctrinamiento forzado, en la provincia china de Xinjiang, es un signo inequívoco de cómo trata China a las minorías. La prohibición y criminización de un culto religioso es una violación discriminada estipulada en el Derecho internacional. Actualmente los Tibetanos son a todos los efectos una minoría étnica de la RPC. 

En 1907, un Tratado entre China, Rusia y el Reino Unido atribuyó a China la soberanía del Tíbet. En 1911 el líder religioso del Tíbet lo declaró país independiente, con un régimen muy próximo a la teocracia, que contó con la firme adhesión del pueblo tibetano hasta el 1950, año en el que el Ejército Popular de Liberación (EPL) chino ocupó el Tíbet con un altísimo coste en vidas humanas, en la que fue una de las mayores masacres del pasado siglo.

Aún así, se mantuvo un gobierno tibetano propio hasta la rebelión del 10 de marzo de 1959, fecha clave para la historia reciente de este pueblo, pues se conmemora la fallida rebelión del pueblo tibetano. La respuesta del gobierno comunista de Pekín empujó al líder político y religioso, S.S. el XIV Dalai Lama al exilio junto con decenas de miles de tibetanos que encontraron acogimiento por parte del Gobierno de la India encabezado por Jawaharlal Nehru.

Se fundaron diversos asentamientos para acoger a los miles de exiliados, pero fue en Dharamsala, a los pies del Himalaya, donde se estableció el Dalai Lama junto con su séquito. India extendió su mano solidaria a sus hermanos tibetanos y los consideró huéspedes de la India.

El 10 de marzo de 1988, con la voluntad de dar un paso adelante hacia la democracia del pueblo tibetano, el XIV Dalai Lama abdicó y anunció la cesión del poder político a un parlamento, estableciendo las primeras elecciones en el exilio. Más de ochenta mil tibetanos esparcidos por todo el mundo, especialmente India, Bután y Nepal, Canadá, Suiza, Bélgica, EEUU etc, votaron por primera vez en la historia del Tíbet. 

El cambio democratico, no consiguió cambio alguno. A pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo en las diferentes rondas de contactos entre representantes de Pekín, del Dalai Lama (y desde la última década también del Gobierno Tibetano) no hubo fruto alguno. La situación desde entonces parece decantada a mantener el status quo actual en la región.

Todas las iniciativas planteadas hasta el momento llevan a una paralización total. Si bien, cabe decir que todavía no se han explorado todas las posibles salidas al conflicto, sí se han explorado aquellas que los principales actores implicados han decidido, dejando de lado importantes vías efectivas por explorar por los líderes tibetanos en el exilio.

En el presente artículo se pone de relieve la falta de visión global en las propuestas políticas tanto del XIV Dalai Lama como de la CTA (la Central Tibetan Administration, el Gobierno tibetano en el exilio). A pesar de no ser muy ortodoxo especular, en este caso creemos necesario hacerlo, para intentar poner a la práctica posibles consecuencias que se podrían derivar de las soluciones propuestas del llamado Camino Medio, una vía política propuesta por el XIV Dalai Lama.

También se destaca la necesidad de contemplar que cualquier búsqueda a una solución jurídica de conflicto Sino-Tibetano debe tener en cuenta invariablemente dos elementos de base: primero, que el Tíbet en la fecha crítica de 1950 reunía todos los requisitos propios de un Estado según el Derecho Internacional; y segundo, que el territorio y el pueblo tibetano se encuentran bajo dominación extranjera, sometidos a una administración colonial, situación que amenaza seriamente la paz y seguridad internacional.

A pesar de la cesión del poder político del XIV Dalai Lama en el 2011, el alcance de este cambio todavía no está claro en el momento presente, ya que mayormente, su papel político siempre fue ceremonial. El poder administrativo real antes e incluso después del implante democratco ha recaído sobre un cerrado círculo de lamas. La transición Tibetana en realidad fue un modelo de encaje de todos los estamentos de la teocracia que fueron forzados a caber en un sistema democrático, protagonizada por los mismos teócratas que pasaron de súbito a ser “demócratas” pero continuaron gobernando como siempre vinieron haciendo.

Los Dalái Lama son una reencarnación del Bodhisattva Avalokitesvara, el Buda de la Compasión, y son considerados por su pueblo como budas vivientes. Los Dalais Lama han sido tanto líderes políticos como espirituales del Tíbet y el actual, el XIV, goza de un prestigio y un estatus que lo asciende casi al “nivel de un Dios” ante sus seguidores.

Debido a su gran trayectoria marcada por la honestidad y su gran sabiduría y carisma, él es quizás el último de los grandes hombres vivos que nos quedan, hombres de una raza extinta como lo fueron: Gandhi o Mandela, hombres que cambiaron el mundo. Los siglos dan muy pocos hombres de esta talla, va a ser muy difícil sucederle dejará el listón a una altura inalcanzable. 

Por todo ello, la noticia de la abdicación del Dalái Lama como líder político fue acatada, aunque mal recibida, por el pueblo tibetano en el exilio. Tanto en India como en Nepal, los tibetanos no podían entender cómo la política se podía disociar de la religión. El que haya separación entre política y religión es inconcebible para ellos, la sociedad es administrada con preceptos filosóficos; esta es la piedra angular de su cultura.

La propuesta política que el XIV Dalai Lama inició hace 40 años, la llamada Vía Media, sigue siendo una de las vías políticas mayormente consideradas por la población y apoyadas por algunos partidos políticos. Entre la multitud resignada, y no conforme, había una minoría elitista de jóvenes tibetanos que apostaban por el cambio con el argumento de que si el Dalái Lama no había conseguido progreso alguno en la enrocada situación con China, no tenían nada a perder con probar con otros políticos.

A pesar de ello, la cesión del poder puede considerarse ”parcial” por motivos evidentes, los demócratas laicos que han ganado las tres últimas elecciones, y que no apoyan la Vía Media, deberían pronunciarse y tener una voz que hasta el momento no tienen, el poder está en manos religiosas.

El Camino Medio, o Vía Media, se estructura alrededor de cinco puntos fundamentales que dan respuesta a algunas de las grandes problemáticas presentes en el Tíbet y derivadas de la invasión china.

No es casualidad que se llame de este modo, pues evoca un conocido precepto budista que alega por evitar los extremos y que, aplicada a este caso, aboga por una convivencia pacífica entre ciudadanos tibetanos y chinos; entre el gobierno de Pekín y un gobierno de la región autónoma de Tíbet que representante de las tres regiones tibetanas de U-Tsang, Kham y Amdo (actualmente divididas en diferentes provincias chinas) que deberían unificarse en una única entidad política democrática. Es decir, ni un Tíbet independiente ni un Tíbet colonizado como lo es en la actualidad.

También considera condiciones necesarias la plena adhesión a la Declaración Universal de la Carta de Derechos Humanos, en especial los derechos de expresión, reunión y religión, la protección de la vida silvestre y la explotación de los recursos naturales, además de la prohibición de ensayar o almacenar armas nucleares así como energía nuclear; convirtiendo a la Región autónoma de Tíbet en la mayor reserva natural del mundo.

Otros dos aspectos fundamentales son el cambio de la política migratoria china evitando convertir a los tibetanos autóctonos en una minoría en su propia patria. En este contexto el Gobierno de la República Popular China (R.P.C.) podría seguir siendo responsable de la política exterior del Tíbet.

Sin embargo, el Gobierno del Tíbet podría desarrollar y mantener relaciones a través de su propia oficina de asuntos exteriores en el ámbito del comercio, la educación, la cultura, la religión, el turismo, la ciencia, los deportes y otras actividades no políticas. Por ello, el Tíbet debería unirse a las organizaciones internacionales que se ocupan de dichas actividades.

El Gobierno estaría integrado por un Jefe del Ejecutivo elegido por el pueblo por sufragio universal, teniendo un poder legislativo bicameral y un sistema judicial independiente con sede en Lhasa.

El Dalái Lama trabajó intensamente para tratar de reunirse con representantes chinos a fin de presentar y obtener una respuesta de China sobre la propuesta del Camino Medio. Fruto de ello se restauró el diálogo entre los años 2002 y 2010, con muchas rondas de conversaciones informales.

Las precondiciones chinas para sentarse con los tibetanos exigían: que el Dalái Lama debía aceptar que el Tíbet había sido desde siempre parte de China además de reconocer al Gobierno Chino, liderado por el Partido Comunista como la única autoridad en el Tíbet.

Tampoco consideraron posible conceder la autonomía que pedían los tibetanos, pues el Tíbet ya es una región autónoma (siendo esto cierto únicamente para una de las tres regiones tibetanas), y rechazaron la reunificación de las provincias tibetanas en una sola.

Esta postura hizo imposible avanzar en las negociaciones. Los representantes tibetanos nunca aceptaron estas condiciones, pues contradecían de frente el Camino Medio. El diálogo no podía ser posible si China imponía que el Partido Comunista Chino era la única autoridad en el territorio tibetano. Estaban abiertos incluso a ser una de las 56 minorías que existen en la RPC

 y por lo tanto, a aceptar acogerse al derecho reconocido en la Constitución China de tener una autonomía real pudiendo ser reunificados en una sola provincia para poder usar su idioma, su cultura y su religión. Estas negociaciones son lo más lejos que se ha avanzado entre las dos partes enfrentadas hasta llegar al punto muerto actual. 

La Vía Media ofrece al gobierno chino la soberanía del Tíbet a cambio de autonomía. Es decir, los tibetanos cederían su país a cambio de que les dejen administrarse y gobernarse, retrocediendo en sus reivindicaciones iniciales por la independencia para crear una solución satisfactoria para ambos lados. Dicho de otra manera, ya no pelearían más por recuperar su país.

Las administraciones político religiosas tibetanas se han distinguido por debatir propuestas políticas y buscar analogías con la religión, y las han fusionado con el budismo. Esta manera de pensar los caracteriza, en este caso en concreto de aplicar la sabiduría budista a los interrogantes y desafíos de la vida y de la sociedad. En este sentido, la búsqueda del Camino Medio puede ser considerada como un objetivo universal para todas las tradiciones budistas.

La historia nos ha enseñado que fusionar la religión con la política es un experimento fallido. El concepto Camino Medio contiene una gran sabiduría, y en este caso es una enseñanza que estimula aprender a ceder como moneda de cambio para obtener, pero están aplicando principios filosóficos a un conflicto político; la filosofía y la política nunca han ido de la mano.  

El Reino Unido quiso proteger a la población de Hong Kong y se redactó un tratado para la devolución de la excolonia británica al gobierno central chino donde se pide sufragio universal, democracia y un gobierno local autónomo. Pekín como siempre rúbrica el tratado y propone “un país dos sistemas”, comunismo en la China continental y democracia en Hong Kong. En la actualidad es difícil concebir la viabilidad de un sistema como el propuesto.

Los sucesos acontecidos en la ahora Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China suponen una violación del acuerdo  con el Reino Unido según la cual HK debería ser una autonomía con un gobierno local y demócrata elegido por sufragio universal.

El sufragio universal fue aceptado por el Partido Comunista Chino, solo qué este mismo ha encontrado el modo de pervertir el tratado. Ahora es Pekín quien decide los partidos o grupos elegibles en las urnas, habiendo estos jurado por escrito previo a los comicios, fidelidad y sumisión al gobierno central chino. Solo se presentan a las elecciones, los grupos que Pekín ha elegido.

La oposición es silenciada mediante el encarcelamiento de aquellos ciudadanos de HK que osan pedir democracia públicamente. Tenemos aquí un ejemplo actual de cómo el Gobierno de la R.P.C. trataría a una autonomía. Claramente esta no es una situación válida para los tibetanos, pero ¿no es esto a lo que se expondrían? ¿Cómo pueden creer que el trato va a ser distinto con ellos?

El clero tibetano siempre ha tenido las riendas del poder en el Tíbet, aún en los tiempos en que los Daláis Lamas eran los líderes del gobierno Tibetano. En realidad eran un exclusivo círculo de monjes quienes se encargaban de la política del día a día. Los anteriores Dalai Lama únicamente ejercieron funciones políticas en casos extraordinarios o de mucha relevancia, siendo estos monjes quienes ejercían el control real administrativo sobre todo el territorio.

La cultura ancestral de los tibetanos cree que religión y política son la misma cosa y por lo tanto son inseparables, se debe gobernar con los preceptos budistas. Así han sido educados desde la ancianidad de los tiempos hasta la actualidad. El clero siempre consideró al pueblo tibetano como súbditos, han sido educados en la obediencia, mientras su Lama Supremo no cambie de opinión, su cultura está en la creencia que el Dalai Lama es un hombre muy sabio, y tiene motivos y datos que pueden escapar a la comprensión del pueblo llano. 

Así pues, cabe preguntarse, en qué criterios se basó el 14 Dalái Lama para crear una democracia. Veamos, pues, el sistema democrático propuesto en el exilio, donde no existe una separación clara entre la Iglesia y el poder de Estado. Dentro de la Asamblea Parlamentaria, y de acuerdo con el artículo  37 de la Constitución Tibetana, existe una cuota fija de monjes que entran al gobierno automáticamente; un legado que viene del viejo Tíbet.

El Parlamento Tibetano está compuesto por 45 diputados: 30 representantes de las tres provincias del Tíbet Amdo, Kham y Utsang (10 representantes de cada una); 10 representantes de las escuelas del budismo tibetano Nyingma, Kagyu, Sakya, Gelug y Bön (2 representantes de cada una), 2 representantes de los tibetanos en Europa, 2 representantes de Estados Unidos-Canadá y 1 de la llamada Australasia (región al oeste de Oceanía, que comprende Australia y Nueva Zelanda).

Elegir miembros fijos del sector clerical no se ajusta a los estándares y cánones establecidos en democracia. Ningún poder religioso puede tener cabida alguna en una democracia. La CTA se aleja de ser un gobierno demócrata en toda su extensión al imponer una cuota de religiosos no electos por sufragio universal en su parlamento, hecho que contamina e invalida totalmente la democracia del citado gobierno. 

Dentro del paquete de los 15 diputados religiosos que entran en el Parlamento restando a los representantes de Europa y América se forma el Comité Permanente de 11 miembros que gobiernan y administran cuando el parlamento no ejerce. El Parlamento Tibetano sólo sesiona dos veces al año: en marzo para aprobar los presupuestos del estado y en septiembre para debatir asuntos generales.

Cuando no sesiona entra en funcionamiento el Comité Permanente de once miembros que maneja el día a día del Parlamento. Este comité no electo por Sufragio Universal, entra a formar parte del gobierno porque así lo dice su constitución, siendo ellos quienes ostentan el poder político efectivo del Gobierno Tibetano en el exilio (CTA). Si el Parlamento Tibetano sólo sesiona dos veces al año y cuando no sesiona es el Comité Permanente quien gobierna, se puede afirmar sin margen de error alguno que a pesar de la etiqueta democrática del gobierno de la CTA, continúan gobernando los lamas.

Quiero asumir la buena fe del Dalai Lama en todo esto. Estoy en la convicción de que no coincide con su trayectoria que su intención fuera dar gato por liebre poniendo al frente del gobierno a un presidente laico títere y continuar con una teocracia de tapadillo. Cito textualmente lo que declaró el propio Dalai Lama el 2 de Septiembre 2021 (en el aniversario de la Democracia Tibetana) -> Su Santidad dijo: «A diferencia del sistema anterior en el Tíbet, es extremadamente importante establecer una forma democrática de gobierno basada en una combinación armoniosa de valores espirituales y políticos”.

Aún con las mejores intenciones y su abdicación del poder político ni el propio Dalai Lama concibe que exista un gobierno sin religiosos. Siendo necesario para él asegurar que todas las religiones tibetanas estén representadas. Sacar totalmente al clero es inconcebible para ellos. ¿Puede una democracia plena ser aceptada en una sociedad totalmente religiosa?

La reforma política del XIV Dalái Lama no hizo posible una democracia real por los hechos comentados anteriormente. Tampoco cumplió con el derecho internacional, según el cual solo el pueblo tibetano puede decidir mediante referéndum su estatuto político. Hoy en día el Tíbet tiene un gobierno electo por sufragio universal, en el que el clero continúa ejerciendo parte del poder. Convirtiendo al presidente saliente, Lobsang Sangay y el entrante, Penpa Tsering, en la nueva imagen del mismo gobierno lamanista de siempre, presentado al mundo debidamente envuelto en un estuche democrático. 

El nuevo Sikyong, Penpa Tsering, al igual que su antecesor Lobsang Sangay pertenecen al Partido Nacional Democrático, un partido que apoya la independencia del Tíbet. Contraviene, con ello, la posición oficial del Dalái Lama. En las anteriores elecciones consiguieron 2 escaños más que el Partido Popular del Tíbet (que apoya el Camino Medio).

Luego están los representantes religiosos no electos que tienen 15 escaños. Aún no se encuentra la cifra exacta de Parlamentarios Demócratas y Populares de la administración Tsering, En cualquier caso aunque los demócratas tengan más escaños que los populares, los 15 escaños budistas inclinan la balanza y tienen la llave de la gobernabilidad.

En 2011 Lobsang Sangay se convirtió en el primer Sikyong de la Administración Central del Tíbet elegido democráticamente. Durante su mandato no consiguió que el pueblo tibetano tuviera una vida mejor que antes, no logró ningún progreso en las relaciones con China. Cuenta con cierto prestigio en el exterior al haber ayudado a internacionalizar el conflicto tibetano.

Con ello su gestión logró muchos apoyos de países y políticos democráticos, consiguió fondos y apoyos internacionales de EE.UU. y de organizaciones favorables al Tíbet. Sangay puede haber hecho un buen trabajo a los ojos de algunos tibetanos, Lobsang Sangay tuvo la precaución de firmar una declaración donde se afirmaba que a pesar de apoyar el Camino Medio ello no significaba de modo alguno que estuviera reconociendo que el Tíbet en el momento de su ocupación formará parte de China, resaltando que el Tíbet antes de su ocupación era un país soberano independiente.

Aunque todos estos logros los haya conseguido en el exterior, donde sí puede ejercer su cargo presidencial. En su mandato doméstico,  su autoridad está muy acotada; tanto la suya cómo la del nuevo presidente Tsering,  Podrían ser llamados ‘los presidentes que no pudieron gobernar en su propia casa’, con el doble handicap añadido de no ser reconocidos como Primer Ministro por ningún país del mundo.

Sangay sí está al día de la actualidad informativa internacional, en especial de todo lo que puede afectar al Gobierno Tibetano. La opinión de Sangay, expresada en prensa, es reacia a creer que van a obtener de China el grado de autonomía que se pide. Es más, afirma que China va a violar todo los terminos del Tratado del Camino Medio,  en el caso que las partes lleguen a un entente.

China les ofrecería una autonomía made in China al estilo H.K. para luego violarla. ¿Cómo se puede entender que sea él mismo quien resalte el incumplimiento sistemático chino a todos los tratados que firman y, que su gobierno quisiera rubricar un tratado con ellos? Este hecho cobra sentido si vemos al gobierno de la CTA como una entidad dual, con dos frentes: el religioso no electo y los laicos electos sin poder político real.

El Dalái Lama debería tener en cuenta lo que dicen las urnas y también el escaso o nulo apoyo con el que cuenta el Camino Medio en el Tíbet ocupado. En las tres elecciones que ha habido en el exilio, hasta el momento ha ganado un partido que pide la independencia del Tíbet o la no unificación con China.

Sangay expresó su desacuerdo con el poder continuista religioso, y lo hizo público delante de la prensa internacional en su camino de salida de la presidencia del gobierno de la CTA. ¿Es compatible con la democracia tener dos presidentes laicos que apoyan la no unión con China y a pesar de ello continuar pidiendo la unión con China, digan lo que digan las urnas?.

No es de extrañar, pues, que el mismo Lobsang Sangay recuerde en prensa que el Gobierno Comunista de Pekín también prometió a los tibetanos, recién invadidos por las fuerzas de ocupación chinas, autonomía e incluso la posibilidad de convivir en “un país, dos sistemas”.

Poco después del ascenso del partido comunista chino y la fundación de la República Popular China en 1949, impusieron por la fuerza el Acuerdo de los 17 puntos. Se firmó con el gobierno tibetano el llamado Acuerdo de los 17 puntos. Un tratado que el gobierno comunista de Pekín no tardaría en incumplir en su totalidad. Desde el Camino Medio de 1998 nuevamente se piden unos requisitos que ya se violaron hace 70 años.

También es un hecho que en Hong Kong, el gobierno chino no ha cumplido lo firmado en el tratado de adhesión de H.K. a China, disipando cualquier duda y demostrando la incompatibilidad de que pueda ser posible la convivencia de dos sistemas políticos distintos y opuestos dentro de un mismo país.

¿Cómo puede ser posible que la CTA continúe pidiendo una autonomía aún sabiendo que China no va a respetar la convivencia con un gobierno autónomo tibetano? Los mismos hechos acaban de suceder en HK, al obligar al gobierno “autónomo” de la isla a firmar fidelidad y sumisión al gobierno Central Chino . 

¿Qué garantías hay que eviten que la historia pueda volver a repetirse? ¿Es posible un escenario como el que plantea el Camino Medio? ¿Cómo puede una dictadura gobernar en modo democratico, ¿o es que existen acaso las dictaduras liberales? La dictadura es una forma de gobierno sin posible oposición que controla los cuatro poderes: ejecutivo, legislativo, judicial y mediático, pese a las fachadas.

Concentra todo el poder en un caudillo dictador, que no líder, y sus incondicionales. Es el extremo opuesto a la democracia y se basa en el totalitarismo, el terror, la extorsión, la desigualdad, la supresión de las libertades individuales y de los derechos humanos, la injusticia, la falta de transparencia y el nepotismo. En caso de que le convenga, China acepta lo que sea para después incumplir lo ratificado.

A pesar de haber incumplido varios tratados ningún estamento público les ha sancionado por ello, este es su modus operandi, no hay ningún precedente en el que China haya cumplido todo lo pactado con la parte opuesta. Una dictadura jamás podrá ejercer democráticamente, al igual que no existen los helados calientes.

Recordemos también, que la Audiencia Nacional de España imputó a dos ex presidentes y un primer ministro Chino por delitos de genocidio y crimenes contra la humanidad. Las evidencias son claras y contundentes.

China no tiene ninguna credibilidad moral, la simple duda de lo que el Gobierno de la R.P.C. puede hacer a los refugiados que regresen al Tíbet después de haberse unificado con China lo debería hacer desistir puede estar conduciendo a su pueblo al matadero, se lo juega todo a una carta, pues, en caso de llevarse a cabo lo propuesto por el Camino Medio, el gobierno de la R.P. China ya tendrá la cesión de la soberanía tibetana firmada para cuando incumplan el tratado.

Todo ello existiendo una vía no explorada por estos líderes, que ha llevado a otros muchos pueblos a su avance en la lucha por el reconocimiento y los derechos de sus pueblos ocupados.

La Asamblea General de la ONU, acusó formalmente a China de estar cometiendo crímenes monstruosos en el Tíbet. La sesión finalizó con la resolución 1723 (XVI) de 20 de diciembre de 1961, y el reconocimiento del derecho de autodeterminación del pueblo tibetano . La misma ONU está reconociendo con esta resolución que el Tíbet era un estado independiente que fue ocupado por fuerzas extranjeras.

Este derecho reconocido no es nada fácil de conseguir. La autodeterminación es el único caballo de batalla legal del que dispone el Gobierno de la CTA, pero el citado gobierno no se ha acogido al derecho de autodeterminación que existe para solucionar precisamente el problema de ocupación que tienen, al no hacerlo legalmente el Tíbet nunca ha sido ocupado. La única posible solución para el conflicto tibetano es la independencia.

Desde el punto de vista legal dejar de reivindicar el derecho de autodeterminación que les reconoció la Asamblea General de la ONU es un error que ha marcado el destino actual de todos los refugiados, abandonándolos a su suerte y sin esperanzas de futuro.

Otra consecuencia de ello, pues que ya no se llamen Gobierno Tibetano en el exilio sino Central Tibetan Administration -> (CTA). EL Sikyong ->(Primer Ministro) verdadero Samdhong Rinpoche consideró que la palabra exilio podría ocasionarles futuros problemas. técnicamente ellos no han denunciado que han sido invadidos, por lo tanto tampoco pueden existir como exiliados.

Estar acogido al derecho de autodeterminación permite entre otras tener su propia identidad y les reconoce y legitima como un pueblo ocupado que continúa teniendo su nombre e identidad por mucho que este territorio ya forme parte de otro país, también tener vías de litigio, los saharauis desde que se acogieron al derecho de autodeterminación han podido denunciar a empresas que explotaban recursos en el Sáhara sin el consentimiento de este pueblo ocupado, hacerlo es una clara violación del derecho internacional. denunciaron a empresas europeas y africanas y ganaron un juicio ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. 

En 2012. y pese a las protestas de Tel Aviv, Naciones Unidas concedió el estatuto de estado observador a Palestina, lo que permitió que en el 2021 el Tribunal Penal Internacional (TPI) abriera una investigación formal por presuntos crímenes de guerra tanto cometidos por la organización Árabe Hamas como por fuerzas militares Israelíes en los territorios ocupados

Los palestinos ya han utilizado la autodeterminación, en la actualidad son miembros de pleno derecho de la UNESCO, lo cual fue un gran reconocimiento a nivel internacional; intentaron denunciar crímenes en el Tribunal Penal Internacional, fracasaron al principio y después lograron ser parte del estatuto de Roma.

Las extracciones chinas de minerales en el subsuelo tibetano podrían ser denunciadas y detenidas. Con el derecho internacional en la mano el Tíbet es una provincia China, legalmente nadie ha reclamado nunca que fueron ocupados por conductos legales ajustados a derecho. Si lo hubieran hecho el Tíbet sería oficialmente un país ocupado por China y estarían respaldados por Naciones Unidas.

La ONU les reconoció como un país independiente que fue ocupado, pero ellos nunca reclamaron el derecho a existir legal y jurídicamente como país ocupado. Se reiteraron en el error, cuando ellos mismos repararon que no podían ser exilados, pues nunca denunciaron haber sido invadidos, esta reflexión les hizo cambiar el nombre de su gobierno, pero continuaron en sus trece de no denunciar la ocupación de su patria.

Un Análisis jurídico de la comisión de derechos humanos del colegio de abogados de Barcelona, define el derecho a la autodeterminación de la siguiente manera:: El derecho a la autodeterminación es un derecho fundamental y universal de todos los pueblos, vigente en derecho internacional de la Carta de las Naciones Unidas (artículo 1 y 55) del 1945, y expresamente proclamado en el artículo 1 de los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturales aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre del 1966 y vigentes desde el año 1976.

Pero en la práctica internacional el derecho a la autodeterminación ya había sido reconocido desde mucho antes. Pensemos en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos o en la creación de nuevos estados a partir de la disolución de los imperios austrohúngaro, otomano y ruso al final de la I Guerra Mundial.

El ejercicio del derecho de la autodeterminación se ha cuadriplicado desde 1900 hasta ahora, y veinte de estos nuevos estados son resultado de la secesión de una parte de un territorio de un estado para constituir uno de nuevo.

Concretamente, en Europa son 14 los casos de secesión desde el 1900: Noruega de Suecia (1905), Finlandia de Rusia (1917), Irlanda del Reino Unido (1922), Islandia de Dinamarca (1944), Lituania, Estonia y Letonia de la URSS (1990-1991), Eslovenia, Croacia y Bosnia de Yugoslavia (1991), Eslovaquia de Checoslovaquia (1992), Montenegro de la Unión de Serbia y Montenegro (2006) y Kosovo de Serbia (2008).

El proceso de autodeterminación y la creación de un nuevo Estado ha resultado diferente en cada caso: previsión constitucional, separación pactada, o en la mayoría de casos, declaración unilateral de independencia, pero en todos ellos la última legitimación del proceso ha culminado por la decisión mayoritaria de un pueblo, expresada libre y democráticamente por referéndum.

Una determinada tendencia doctrinal en derecho internacional ha defendido una interpretación restrictiva del derecho a la autodeterminación, que lo considera aplicable tan sólo a los procesos de descolonización.

Ciertamente existe un marco jurídico internacional claro, consistente en numerosas resoluciones de Naciones Unidas, que establecen las condiciones y el procedimiento para acogerse al ejercicio de este derecho por parte de los pueblos en situación colonial o colonización forzada por el poder de las armas como es el caso tibetano en concreto.

Por todo ello no queda otra que acogerse al derecho de autodeterminación , porque solo a través de este derecho reconocido se puede obtener la única vía de salida o solución del conflicto Tibetano. 

Sin embargo, ¿cómo puede entenderse que los líderes tibetanos nunca se hayan acogido al derecho de autodeterminación para su pueblo siendo este tan claramente aplicable? 

Veamos un ejemplo de cómo se desarrolla la política en el exilio tibetano, para comprender la mentalidad que les limita la visión en la búsqueda de una salida al conflicto. Muchos simpatizantes de la causa tibetana acuden al departamento de voluntarios de Dharamsala para ayudar al gobierno en el exilio y se hacen voluntarios.

La dirección del departamento de voluntarios recibe demandas de cosas por hacer, reparar, construir etc. para solucionar dichos problemas marcan unas pautas a cumplir que garanticen la solución que se busca, el departamento asigna la tarea a los voluntarios, una vez finalizada la tarea los voluntarios hacen un informe escrito  entregan lo que ellos han resuelto solucionaría el problema, este informe inicia un recorrido burocrático sujeto a ser aceptado o rechazado  y ya están libres para cumplir otra tarea, al tiempo llega la contestación del informe de la tarea ya finalizada con un “not approved” sin más explicaciones, el trabajo realizado cumplia todos los requisitos requeridos, los voluntarios no entienden porque su trabajo no ha sido aceptado y no les han dicho porque, acaban dimitiendo para siempre muy enfadados, el problema siempre es el mismo, en los despachos de mando se toman decisiones que no pasan por el parlamento tibetano y que todo el mundo ignora.

Los lamas de estos despachos no comunican a nadie lo que resuelven, valga el ejemplo que el presupuesto de educación ya está gastado y no habrá más dinero para educación hasta que se asignen los presupuestos del año próximo. Es muy significativo que consideren esta simple explicación de presupuesto agotado como un secreto de estado.

No han entendido que la esencia de la democracia es la transparencia y que el mutismo o el secreto atenta contra todos los valores que la democracia representa. Al no informar a nadie, el departamento tibetano de voluntarios ignora que hasta el año próximo no hay dinero para educación y si reciben peticiones relacionadas con educación las encargan a los voluntarios. Y está claro, cuando el informe de la tarea propuesta llega a los despachos que deciden, no es aprobado, pues no hay presupuesto.

Estos despachos funcionan a escalafón cerrado, como el ejército, nada de lo que los monjes deciden o cambian no se lo dicen a nadie (tampoco a los escalafones que están por encima de ellos). No es propio de una democracia que las decisiones no sean debatidas en sede parlamentaria.

Con este tipo de criterios reaccionarios han perdido gente valiosa y solidaria que quería realmente ayudar. Y lo peor es que así es y así continuará siendo, llevan el mutismo clerical en el ADN; preferirían morir antes que rectificar. 

Este síntoma es en sí mismo un análisis quirúrgico, que nos da un buen ángulo de visión de la real identidad del gobierno de la CTA. Nos muestra un conservadurismo clerical que ignora que la democracia es incompatible con tener religiosos en la arena política y tomar decisiones a puerta cerrada en el interior de unos despachos. El poder de estado de la CTA reside en herméticos despachos y no en el parlamento.

Son incapaces de salir del feudalismo de antaño; nunca han avanzado, no pueden pasar página, están atrapados en un bucle sin fin que cree que solo ellos están facultados para gobernar el Tíbet; aplicando la vieja política automática que les enseñaron sus antecesores y que será la misma que ellos enseñaran a sus sucesores. Esta manera de proceder es la que aplican, continúan gobernando como siempre han hecho. Los nuevos vientos democráticos no han alterado de manera alguna su manera de proceder que es totalmente opuesta a un estado democratico de derecho.

La Casa del Tíbet de Barcelona organiza:“El Tour Dialogue for Peace» el tour recorrió todas las ciudades europeas unos 25.000 Km. buscan el diálogo con el fin de que China acepte la solución del Camino Medio, el diálogo no se pide por las calles de las ciudades de Europa.

China interpretará esto como una vociferación pública de sus asuntos internos, los organizadores parecen no saber que lo más molesta a Pekín es que en el exterior de china se sepa o se hable de asuntos chinos, no parece lo más adecuado buscar el diálogo a través de hacer algo que molestara a la parte con quien quieren negociar, airear asuntos Chinos de ciudad en ciudad es muy mala propaganda. así lo interpretará Pekín. Esta manera de proceder aleja a China de la mesa de diálogo.

Se suele llegar al diálogo entre partes irreconciliables a través de mediadores que acerquen a las partes enfrentadas, no con políticas de megáfono, ni entregando cartas a las embajadas Chinas en suelo europeo. Vivimos en un mundo más interrelacionado que nunca.

Ello no sólo entraña una mayor interdependencia en las relaciones económicas, sino en todos los ámbitos. El problema de una nación ya no puede resolverse por sí solo sin un sentido de responsabilidad colectiva que implica bandos, defensores, detractores, intereses políticos e incluso circunstanciales, es impensable en los tiempos actuales proponerse resolver un problema sin que hayan varias partes implicadas, a todo ello la Casa Tíbet propone un Tour pues su ceguera política no ha incluso contemplado que no es tiempo para el diálogo, la situación de enroque político con China no experimentará movimiento alguno mientras viva el XIV Dalái Lama.

Una gira no parece el procedimiento adecuado para sentar a China en la mesa de diálogo. Tal como se anuncia el tour más bien parece el nombre de un evento musical  benéfico con majorettes. No se puede buscar el diálogo con políticas de megáfono y a la vez ignorar el único derecho internacional contemplado para solucionar el problema que tienen de colonialismo forzado que les reconoció la ONU.

El tour es otro síntoma que nos da por sí mismo una lectura veraz de la identidad y el alcance del saber hacer religioso ejerciendo en política. El Tour es un claro síntoma de un enfoque puntual, el problema es mucho más complejo. Dharamsala debería tener una política muy definida con respecto al diálogo con China.

La CTA autorizó un acto que posiblemente cerró progresos conseguidos en el pasado con respecto a posibles aproximaciones de las dos partes. El Tour no deja de ser una improvisación. Es muy difícil de imaginar a Yasser Arafat haciendo una gira pidiendo que Israel se sentará a dialogar con los Palestinos, quién sí logró sentar a Rabin y a Arafat fue Bill Clinton.

El PCCh tomó buena nota cuando cayó el comunismo ruso y pudo comprobar que dicha caída llenó por completo las iglesias, los aparatos de propaganda pueden lavar e incluso centrifugar cerebros para manipular opiniones, pero nunca cambiarán las creencias religiosas de los pueblos, China es muy consciente de ello, por esta razón entre otras temen tanto al budismo y al Dalái Lama. China es un país budista aunque su gobierno profese un ateísmo de estado y promueva el anticlericalismo de un gobierno que se opone al poder institucional religioso y su influencia en todos los aspectos de la vida pública y política.

La religión budista está en un estado latente debido al ateísmo del estado chino. No se pueden poner cadenas ni vetos a las creencias, Pekín teme que los sentimientos budistas de su pueblo puedan despertar. Han podido comprobar reiteradas veces, que incluso dentro de sus propias filas, altos funcionarios del Partido Comunista Chino han hecho grandes donaciones de dineroa los budistas exiliados de Dharamsala en India. 

La policía india incautó una elevada suma de dinero a un lama budista de alto rango en Dharamsala. Se le confiscaron diferentes divisas por un valor de 1,3 millones de dólares USA. Todo este dinero procedía de aportaciones voluntarias de devotos budistas de diferentes partes del mundo, la divisa dominante del dinero incautado era el yuan chino.

El PCCh es consciente de que existe un gran fervor budista silenciado en su país; y toda esta gente son simpatizantes del Dalái Lama. A muchos budistas chinos les gustaría ser gobernados por él, lo ven como un líder. Por ello, mientras viva el Dalái Lama, China jamás aceptará la solución del Camino Medio. China jamás permitirá que el lama supremo pise de nuevo suelo sino tibetano. 

Son muchas las dificultades con las que el pueblo tibetano debe de enfrentarse en un futuro próximo. Está por ver si India mantendrá la sede de asilo político al Gobierno Tibetano cuando el 14 Dalái Lama falte. Es de prever que la R.P.China presionará al gobierno de India cuando se produzca el fallecimiento, para no permitir un gobierno que atente contra intereses Chinos en suelo Indio.

Nehru aceptó dar derecho de asilo a los tibetanos por simpatía con el joven Dalái Lama. Nehru y Gandhi son considerados los padres de la India. Todos los gobiernos sucesivos después del gobierno Nehru han respetado su decisión hasta el momento. Es dudoso que India continúe dando derecho de asilo a los tibetanos cuando falte el 14 Dalái Lama. Si les retiran este derecho, las consecuencias serían devastadoras. Hay aproximadamente 150.000 tibetanos en India.

Según como se mire el CM tiene grandes ventajas para Pekín que con seguridad habrá sopesado y medido todos los pros y todos los contras del tratado. En la parte de los pros: Si China acepta la propuesta del CM cuando haya fallecido el DL, la eterna reivindicación de “Free Tibet”, desaparecería por completo. Ya no estarían ocupados, han cedido su país a China.

Si el tratado es aceptado, significa que las partes enfrentadas han llegado a un acuerdo, por lo tanto se acabó el exilio, China exigiría a todos los exiliados tibetanos y al gobierno de la CTA que regresen a la región autónoma del Tíbet (TAR) el camino medio les permitiría descabezar el gobierno de la CTA y un éxodo de todos los exiliados de regreso al Tíbet ocupado y no hay nada que China desee más.

Mientras que si China acepta el Camino Medio estando vivo el XIV Dalái Lama, en el éxodo de exiliados tibetanos de regreso a la región autónoma del Tíbet habría también el Dalái Lama. China jamás consentirá que el DL regrese al Tíbet. Esto podría provocar un levantamiento popular de todos los tibetanos y podría ocurrir lo mismo en diferentes partes de China y Asia. El tratado del Camino Medio sólo será aceptado, en caso de que así sea, después del fallecimiento del 14 Dalái Lama.

Cuando muera, el corazón del pueblo tibetano dejará de latir. Los tibetanos lo interpretaran como la muerte del espíritu nacional tibetano que vio morir a su líder sin que él pudiera regresar a su patria, y el triunfo de China que logró que su lama supremo no consiguiera ningún resultado positivo.

Todo ello puede derivar en una reacción de ira colectiva que puede ser el inicio de la transición tibetana. En este punto, China puede reaccionar sacando a las fuerzas del orden a las calles para aplacar el levantamiento Tibetano.             

En la parte de los contras: No está muy claro a pesar de las grandes ventajas que tiene aceptar el Camino Medio que Pekín rubrique el tratado. Hacerlo conlleva aceptar indirectamente que la soberanía del Tíbet pertenecía a los tibetanos.

Es obvio pensar que al aceptar el CM la maquinaria de propaganda china se pondrá en marcha y no faltarán manifestaciones tales como: “Cuando murió el viejo Lama, los Tibetanos acabaron por reconocer que el Tíbet siempre fue parte de China y regresaron todos ellos a su madre patria” 

Pero aún así, la verdad está ahí. Si el Tíbet siempre fue parte de China según los chinos ¿porque han aceptado la soberanía tibetana? La prensa especializada, la Comunidad Internacional, Naciones Unidas interpretarán que si el gobierno de Pekín acepta la soberanía tibetana están reconociendo indirectamente que la soberanía que han aceptado pertenecía a los tibetanos y por lo tanto, ellos ocuparon la nación soberana tibetana.

Puede que este detalle les tenga sin cuidado, pero es un detalle importante. Aceptar la soberanía tibetana es también aceptar oficialmente que la R.P.China invadió el estado independiente Tibetano. Y todo ello estaría reafirmando que el Tíbet de 1950 nunca fue parte de China. 

Otro contra a destacar sería que a China le sería muy incómodo dar privilegios a los tibetanos, tales como un gobierno autónomo o libertad de culto religioso. Pues para el mundo libre significaría que los tibetanos tienen algo de autoridad en este territorio, algo que contradice la versión oficial que solo admite que el Tíbet siempre fue parte de China. 

En la mesa de negociación la soberanía ofrecida desde el punto de vista del gobierno chino puede ser considerada como humo. No se puede negociar dando a la parte opuesta la soberanía de un país que ya administran desde 1950; no tiene peso alguno en la mesa de negociación que les den algo que ellos ya tienen. Pekín podría encontrar totalmente absurdo y fuera de lugar negociar sobre una parte de su territorio.

A menos que China acepte la soberanía tibetana como un simple ardid para capturar y reeducar a la llamada “camarilla del Dalai Lama” que según Pekín, son todos los tibetanos que han vivido en el exilio. Si China rúbrica el CM el éxodo de refugiados de regreso al TAR puede acabar en una purga con miles de ingresados en campos de concentración para su consecuente re educación, e incontables tibetanos encarcelados, pactar con China es pactar con asesinos, vivir en el Tíbet ocupado es peor que la suma de todos los infiernos bíblicos. 

Es un buen dilema, si China acepta el CM los días del gobierno tibetano en el exilio habrían acabado, produciendo un éxodo de refugiados a la Región Autónoma del Tíbet (TAR). En el caso de que el CM no sea rubricado por Pekín continuará habiendo gobierno en el exilio, siempre que India quiera y les conceda el derecho de asilo, pero nadie le podrá decir a China, que los tibetanos fueron quienes les regalaron el Tíbet y que por cierto nunca fue parte de China.

Rubricar el CM tibetano es reconocer que hubo una invasión a un país independiente que anexionaron a la RPCh. El PCCh podría no querer pagar este precio. Aceptar el CM tiene matices que el 14 Dalái Lama quizás no contempló, mientras para él es entregar su país, para los chinos es una bajada de pantalones internacional que los consolida como ocupantes de una nación soberana.

Ahora mismo los lamas que gobiernan son los únicos responsables de haber negado a su pueblo el derecho de autodeterminación, sin hacer oficial su condición de país ocupado que debió ser el paso uno, lógico, necesario y evidente, que debieron hacer al ser invadidos, al no denunciar que fueron ocupados por la fuerza de las armas, han perdido la nacionalidad y el gentilicio de la nacionalidad Tibetana, Naciones Unidas les reconoció como país ocupado, su no denuncia ha ayudado y librado a China de las consecuencias legales que ello les acarrearía, una gran diferencia de acogerse al derecho de autodeterminación: sería que el tibet fuera reconocido internacionalmente como un país invadido, si lo hubieran hecho, todos los países que dicen reconocer que el Tibet siempre fue parte de China, no lo podrían decir, ningún país llevaría la contraria a Naciones Unidas.

Ceder la soberanía con independencia de que la R.P.China la acepte o no, es perder la nacionalidad de un pueblo. Ya nada se podrá hacer por los tibetanos una vez hayan decidido unirse a China. Los errores de enfoque de un problema politico vistos desde la filosofía, la religión y la bondad pueden ayudarnos a comprender que el Dalái Lama crea que el mejor lugar para su nación es juntarse con los gobernantes colonizadores que estan cometiendo genocidio en el Tíbet desde que fueron ocupados, lo que equivale a decir que el lugar más seguro para las ovejas es estar en las mismisimas fauces del lobo. El Dalai Lama no lo ve así, si los exiliados regresan al Tíbet el lobo se los va a comer.

El Tíbet antes de ser invadido por China era un país cerrado al exterior, Lhasa era llamada “la ciudad prohibida”; no dejaban entrar a nadie. Les gustaba estar aislados del mundo, cosa hasta cierto punto comprensible y a la vez muy respetable. Esta era la política en aquel entonces y así, aunque con matices, es como a los lamas les gustaría que fuera en la actualidad.

Siempre han priorizado estar aislados del mundo. Esta preferencia por estar aislados puede ayudar a entender porque no han aceptado el derecho de autodeterminación. No es que simplemente no se acojan al citado derecho por ignorancia de lo que ello significa. Es que lo rechazan de plano. Creen que todo lo que atañe al Tíbet es problema suyo y nadie puede interferir en ello. El clero tibetano veta cualquier intromisión, consejo o sugerencia a lo que ellos consideran sus problemas, la política exterior tibetana siempre va a blindar cualquier tipo de interferencia exterior.

Por lo tanto consideran que el reconocimiento de Naciones Unidas de país ocupado les induce a hacer algo que ellos nunca contemplaron y, por lo tanto, lo rechazan porque no es una iniciativa que haya partido de ellos; es una iniciativa de occidente, y ellos se consideran “distintos”. La creencia que les ha impuesto la tradición de antaño considera que deben ser solo ellos quienes solucionen sus problemas. Pero ignoran que no están en situación para rechazar ayudas o apoyos.

Los Tibetanos deberían aceptar o considerar toda la ayuda que se les ofrezca, ya que su situación es desesperada, toda ayuda externa siempre será poca. La libre determinación de los pueblos es un derecho universal. El derecho de libre determinación de los pueblos, más conocido como derecho de autodeterminación, es el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural, y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de equidad. El Tíbet fue ocupado y anexionado al país invasor.

Aún pueden acogerse a la autodeterminación, pero prefieren renunciar a ella, quizás por una mezcla  de factores: poca experiencia política, tradición e incluso ignorancia, todo ello aderezado con un pavor hacia China que les hace ir con pies de plomo pues todas la iniciativas emprendidas que los diferentes gobiernos tibetanos siempre les han fracasado, todo ello bajo la carga moral y responsabilidad añadida de su pueblo que está bajo el yugo Chino, y han optado por no desafiar a Pekín con solicitar el derecho universal de autodeterminación no hay que olvidar que ellos no quieren la independencia sino la anexión a China.

Los lamas de Dharamsala han descartado totalmente el derecho de autodeterminación,. Prefieren regalar la soberanía de su país porque esto sí se les ha ocurrido a ellos en lugar de acogerse a un derecho universal. Vetan la autodeterminación porque es un derecho que les propone Naciones Unidas. No quieren doblegarse ante un derecho que la ONU contempla por simple temor. Con ello favorecen y ayudan a sus colonizadores. Las tradiciones suelen venir de tiempos muy lejanos y deberían caducar. El ayer de capa y espada ya no se sostiene en el mundo globalizado del siglo XXI. Incluso las costumbres o normas que hoy consideramos conservadoras seguro que cuando se implantaron debieron ser progresistas. Las tradiciones deberían desaparecer cuando ya no se ajustan a los tiempos, o de lo contrario se involuciona. Es una lástima que su sentido común y ético no les haya permitido actualizar sus costumbres y su cultura.

Es realmente grave que no hayan agotado todas las posibilidades de solucionar el problema de ocupación que tienen, siendo la Autodeterminación un derecho que ha devuelto la soberanía a muchos países que fueron ocupados y que culmina en referéndum donde es el pueblo quien decide si quieren permanecer bajo el país que los ha colonizado o separarse y recuperar la identidad que tenían antes de la colonización,, ellos por las razones que sean han priorizado no pronunciarse al respecto. Mientras tanto los tibetanos permanecen marginados en el exilio, sin empleo, sin futuro y sin nacionalidad y la desesperación de los que viven en el Tíbet ocupado es tal, que algunos prefieren quitarse la vida como protesta. 

En 1950 cuando las tropas chinas ocuparon el Tíbet se encontraron con un régimen feudal que se regía por un sistema de amos y siervos. La práctica totalidad de la población tibetana era anafabeta y la religión budista dominaba el gobierno. Los siervos trabajaban en los campos de cultivos y hacían todos los trabajos duros y los amos eran monjes terratenientes que ejercían como grandes propietarios que dirigían a sus siervos desde sus “espirituales monasterios”, practicando la compasión budista y cantando el mantra: Om mani padme hum, mientras los siervos se dejaban las espaldas labrando y sembrando campos. Desde la más remota ancianidad de los tiempos los tibetanos han servido a una cultura de castas que encumbraba a unos amos religiosos que negaron la igualdad a su pueblo y los segregaron a un trato muy cercano a la esclavitud, manteniendoles lo más incultos posible, violando los mismos derechos humanos que ahora tanto reclaman, algo moralmente infame y execrable tratandose de unos religiosos que enarbolan la bandera de una compasión que olvidaron para con su propio pueblo, para vivir a expensas de ellos.

Ellos mismos se han cerrado las pocas puertas efectivas que existen. Alzan la voz afirmando que la ONU no los respalda cuando en este caso la ONU sí les ha ofrecido un apoyo que ellos han rechazado. Todo ello hace que nos preguntemos ¿quién es realmente el peor enemigo del pueblo tibetano: los chinos o ellos mismos? La R.P.China ha encontrado en los lamas de la CTA sus mejores aliados. La administración política de la CTA es un verdadero desastre.

Los árboles del Dalai están llenos de valores espirituales religiosos, honradez e idealismos. Ello le ha impedido ver el espeso bosque político real, sus conceptos altruistas son incompatibles con una China que tiene las miras puestas en demostrar al mundo que ellos han conseguido crear un modelo de socialismo altamente desarrollado, tan moderno y progresista que ha sabido abrir sus puertas parcialmente a formas capitalistas.

Esto les permitió el extraordinario crecimiento y modernización que caracteriza a su economía. todo ello rompiendo los esquemas del mundo occidental para demostrar que sin democracia, derechos humanos y tanta tontería, ellos han conseguido llevar a su país a la cima de la economía mundial y a la vez han puesto en jaque todos los valores occidentales, demostrando que su sistema es mejor que la democracia, El mundo se domina a través de la economía  y los mercados económicos no tienen escrúpulos. Los números son lo único que cuenta y más en China que es un país carente de valores, donde los derechos no existen.

El Dalai Lama es un hombre terriblemente budista, todo lo ve desde la religión y aplica sus buenas intenciones en un mundo que pisa a quien haga falta en pro de obtener beneficios materiales. Su espiritualidad y filantropía son totalmente inadecuadas para resolver un problema político. El Camino Medio no solucionará el conflicto Tibetano, en este caso en concreto discrepo totalmente de un hombre que tiene todos mis respetos.

Si el gobierno tibetano en el exilio tuviera un buen líder político se podrían haber intentado diversificar estrategias como por ejemplo: buscar alianzas con el Reino Unido o Washington, en Londres están muy molestos por cómo se ha violado el tratado que firmaron con Hong Kong. También Joe Biden ha manifestado querer reunirse y apoyar al Dalai Lama y sus aspiraciones por solucionar el conflicto Tíbetano. Un buen político (y los hay escasos) aprovecharía la guerra fría que Washington ha declarado a Pekín para sacar provecho de ella.

Es un buen momento para hacer política, seguro obtendrían buenos resultados, pero esta tarea es impensable con un gobierno conservador religioso que no quiere alianzas o apoyos pues su tradición les ha hecho creer que solo ellos pueden solucionar sus problemas, y que al igual ni se han enterado de que hay una nueva guerra fría que en los tiempos actuales debería llamarse paz fría.

La gestión de los religiosos de Dharamsala ha conseguido el efecto contrario a su propósito. Como políticos lo único que han conseguido es ir en contra de los intereses del pueblo que creen representar. La desnortada acción política de Dharamsala y la incompetencia de los movimientos de los lamas de la CTA desfavorecen claramente a los tibetanos.

Vetan el derecho universal de autodeterminación para su país ocupado y por si fuera poco también les quieren regalar la soberanía tibetana a los chinos. No sería de extrañar que ya puestos quisieran postrarse a los pies de Xi Jimping para darle las gracias por haber aceptado que el Tíbet forme parte de China. Aún pueden acogerse a la autodeterminación, pero prefieren anteponer sus miedos, su falta de experiencia y continuar mano sobre mano a pesar de ser conscientes del coste humano que paga su pueblo bajo la bota del totalitarismo comunista chino. Nunca van a reconsiderar acogerse al derecho universal de autodeterminación.

La dualidad de ser solo dos partidos mayoritarios que tienen representación parlamentaria, otorgan la llave de la gobernabilidad a los 15 escaños de los representantes religiosos. Una democracia que gobierna con el parlamento cerrado, es como una tortilla sin huevos. No a lugar a considerar que el Comité Permanente de 11 miembros no electos representen al parlamento aunque se reúnan a diario, el Comité Permanente nunca podrá representar al pueblo porque el pueblo no los eligió por sufragio universal, ello los invalida totalmente.

Se deduce que a los religiosos no les ha gustado mucho esto de la democracia. No harán nada mientras los lamas estén en el parlamento. El verdadero poder de estado de la CTA está en el interior de unos despachos mientras el parlamento permanece cerrado. El pueblo tibetano vota a unos partidos que no gobiernan y los que sí gobiernan entran en el parlamento por la puerta de atrás por imperativo constitucional.

Los tibetanos no pueden elegir su futuro, su voto es poco menos que papel mojado, el parlamento ejerce bianualmente los restantes 363 días del año gobierna una junta permanente que no ha sido electa, parece un golpe de estado encubierto, los religiosos tienen siempre la sartén por el mango, Una “democracia” gobernada por religiosos que no han sido elegidos por el pueblo, que gobiernan con el parlamento cerrado y que hacen caso omiso al voto de los tibetanos que votaron independencia en las tres elecciones que ha habido, es totalmente equiparable en absurdidad a las dictaduras que gobiernan democráticamente y los helados calientes y a pesar de la gravedad e importancia de todo ello nadie se pronuncia en contra.

Ya que en la presunta democracia tibetana no hay oposición, la oposición debería estar en el exterior, en la prensa de opinión, en los colectivos y personas que por su trayectoria han demostrado defender esta causa realmente. Solo el colectivo Rangzen se pronuncia en contra. Los políticos nunca se han pronunciado acerca del Camino Medio, o la supuesta democracia Tibetana.

Es tanto el prestigio del 14 Dalai Lama, que nadie opina; Nancy Pelosi, Robert Thurman, incluso estrellas de Hollywood solo por citar algunos. Nadie se atreve a opinar  Este mutismo en “no opinar” será muy cómodo al no posicionarse a la contra,  pero da la espalda al pueblo Tibetano. 

¿Será que todas estas personas destacadas junto a la de muchos políticos en activo o no, opinan que la solución del Camino Medio es una solución operativa y creen en la seriedad China para pactar con el Partido Comunista Chino que es una organización criminal que gobierna a punta de pistola, que  ha cometido crímenes tan horribles que la mente humana apenas alcanza a imaginar.

No sé si queda algún tratado internacional que China no haya violado todavía. Han derramado la sangre de más de un millón de tibetanos a los que han asesinado, trafican con organos humanos y que han infringido uno por uno, todos los articulos del codigo penal y se les a imputado por genocidio ¿cómo pueden llegar a creer que la gran China va implementar en el Tibet la carta de Derechos Humanos y va a permitir el idioma y la religión budista ¿cómo pueden creer con semejante historial delictivo que China va a cumplir con el tratado de la via medía’?

No hay oposición. ¿Incluso los defensores más acérrimos de la causa tibetana no ven nada irregular en cómo gobierna el llamado gobierno democratico de la CTA? Parece que oponerse al CM es atroz propio de extremistas ácratas, porque lo coherente es hincar la rodilla y unirse a quienes les robaron la patria. Se ve al gobierno del exilio como las víctimas de la situación de ocupación brutal que padecen, y realmente lo son.

Al mismo tiempo ven en los hábitos que viste el citado gobierno como un ejemplo de seriedad, honestidad y buen gobierno, en cuanto a lo que hacen y en el cómo lo hacen nadie se pronuncia y lo deberián hacer para ejercer presión y estimular a que haya cambios y que la democracia sea real y puedan salir del feudalismo ultraconservador religioso de varios siglos atrás. El Conflicto Tibetano se agranda en magnitud debido a que el propio gobierno Tibetano actúa como un freno de mano a cualquier tipo de evolución o progreso en la ya complicadísima situación de ocupación que tienen.

Cuando las autoridades religiosas dicen representar al pueblo, toca preguntarse si el funcionamiento adecuado de una democracia debería apartar totalmente la religión de la esfera política. ¿Están los religiosos de cualquier color en disposición de representar al pueblo?. 

Adjunto partes del informe de Human Rights Watch sobre la amenaza China sobre los Derechos Humanos

El Partido Comunista Chino, preocupado por el hecho de que permitir la libertad política pueda poner en riesgo su poder, ha creado un estado de vigilancia orwelliano de alta tecnología, así como un sofisticado sistema de censura de Internet, para monitorear y eliminar la crítica pública.

China intenta exportar su sistema, demostrado que el crecimiento económico puede reafirmar una dictadura al darle los medios para hacer valer sus normas: puede gastar lo que sea necesario para mantener el poder, desde las legiones de oficiales de seguridad que emplea hasta el régimen de censura que mantiene y el estado de vigilancia generalizada que construye. Estos vastos recursos que respaldan el régimen autocrático niegan a las personas de toda China la posibilidad de tener algún tipo de voz en la forma en que se los gobierna.

El enfoque que aplica Pekín y que a su vez quieren exportar a otras naciones palmeras es la supresión de derechos humanos, el modelo Chino para asegurar una dictadura próspera propone que no se defiendan derechos de ningún tipo. Los gobernantes chinos ven un posible precedente de reconocimiento que podría volverse en su contra. Bloquean con su derecho a veto la intervención de Naciones Unidas y les dan la espalda a los civiles sirios que deben enfrentarse a bombardeos aéreos indiscriminados de Rusia y Siria; vuelven a bloquear el consejo de seguridad de la ONU a la condena del golpe militar de Myanmar dejando a los musulmanes Rohinyás sometidos a limpieza étnica y desplazamiento como resultado de asesinatos, violaciones sexuales e incendios deliberados a manos del ejército de Myanmar, ; a los civiles yemeníes bombardeados y asediados por la coalición que encabeza Arabia Saudita; y al pueblo venezolano que sufre la devastación económica debido a la gestión deficiente y corrupta de Nicolás Maduro. En todos los casos, Pekín prefiere abandonar a las víctimas a su suerte en vez de generar un modelo de defensa de derechos que pueda tener un efecto búmeran para su propio régimen represor.

China solo se preocupa por y para sí misma, el resto del mundo les tiene sin cuidado, más bien son partidarios de: “a mar revuelto ganancia de pescadores”. La CTA va a piñón fijo y continúan pidiendo derechos humanos y autonomía parece que no son conscientes de la realidad política actual China, quieren unirse a un régimen que actualmente exporta dictadura sostenible.

Lo que se pide en el Camino Medio ahora es más que nunca inviable. China no puede implementar derechos humanos en suelo Sino Tibetano, cuando están tratando de rectificar el estatus internacional de la ONU para suprimir la implantación de dichos derechos a nivel mundial. Ya por no citar que quererse unir a una dictadura a la que le piden democracia es algo que racionalmente no se puede comprender.

La riqueza de la cultura milenaria Tibetana basada y fundamentada en el amor, la compasión y la no violencia puede ser un patrimonio universal que se puede perder por culpa de la gestión administrativa religiosa. Los budistas lo que deberían hacer es regresar a sus monasterios y cumplir con sus funciones teológicas. La fascinación que siempre ejerció el Tíbet en occidente puede morir precisamente estrangulada por el conservadurismo de dicha espiritualidad. “No se puede gobernar dando la espalda a la realidad política internacional, ni deberían ejercer la política religiosos a los que no les interesa la política» 

La Administración Central Tibetana continúa aplicando el mismo rodillo que han venido utilizando desde antes de la invasión china, pero el tiempo ha pasado, ya no son los tiempos de los amos y los siervos.

Son tiempos nuevos en los que los amos no evolucionaron mientras las generaciones jóvenes tibetanas si lo han hecho, Nunca hubiéramos imaginado que la juventud tibetana se desmarcara de lo que propone su Dalái Lama, ni su propio pueblo quiere unirse a China, en la actualidad tanto en el exilio como en un extranjero más lejano quieren independencia y tal así han votado y ganado en todas las elecciones hasta ahora celebradas.

El voto ya no solo proviene de países cercanos al Tíbet, el voto de la nueva democracia es muy plural, la diáspora de la ocupación china esparció tibetanos por todos los rincones del mundo. Actualmente se vota desde CanadáSuizaBélgica, Estados Unidos y muchos otros países. Los nuevos jóvenes votantes han nacido en occidente en sociedades con democracias consolidadas. 

Saben cómo se vive en el mundo libre y como funcionan las democracias saludables. La nueva democracia Tibetana no se ha actualizado, no pueden imponer la antigua decisión del Camino Medio, a su nuevo estatus democratico, el voto es quien decide en democracia, teniendo en cuenta la importancia que tiene unirse a China el pueblo debe tener la opción de decidir y lo han hecho pero el gobierno tibetano ha ignorado la voluntad de su pueblo expresada en referéndum, para ellos la democracia es solo una fachada, continúan gobernando como siempre han hecho; esta prepotencia podría empezar a sembrar el germen del cambio. No son conscientes que están en democracia y los jóvenes tibetanos ya no labran campos y lejos de ser analfabetos son ahora muy cultos, han ignorado el resultado de las urnas. 

Por el momento, en el escenario presente, este es el problema caliente que tiene encima de la mesa la CTA: si persisten en continuar pidiendo unirse a China, ignorando el resultado de las urnas y perpetuando el status quo del viejo tíbet teocrático del “yo, ordeno y mando”, es una cuestión de tiempo que los votantes lleguen a la conclusión que de nada sirve votar y el gobierno de la CTA pierda el apoyo de su propio pueblo, que los castigará con una elevada abstención.

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